No sé si alguna vez os habéis preguntado como es posible que un pueblo o una ciudad llegue a inundarse. Para que esto ocurra debéis fijaros primero en que tipo de asentamiento urbano es el que se inunda, es decir, dónde está situado éste.
Las ciudades que con mayor frecuencia suelen inundarse son aquellas que ocupan parte de la llanura de inundación de un cauce de agua más o menos regular, más o menos caudaloso. Ya sea en el margen de una rambla, o en los terrenos sedimentados por los aluviones pasados al margen de un caudaloso río, o vegas de éste.
Ejemplos de ciudades así, hay multitudes porque todos los asentamientos urbanos se hacían cercanas al curso de agua regular para poder abastecerse de este bien imprescindible. Por tanto debemos asumir que la mayoría de las poblaciones son susceptibles (en principio) a una inundación si las condiciones son las adecuadas.
Ya hemos dejado claro que ciudades son susceptibles de padecer una inundación, pero ¿bajo que condiciones? La fundamental es una cantidad de lluvia desmedida, es decir, que sea mucho mayor de lo habitual. Normalmente los cauces de los ríos transportan el agua por su camino natural, salvo cuando pasan por una ciudad donde son artificialmente encastrados en un molde que no es su lecho, pero que les conduce hasta salir de la ciudad (más sucios que cuando entraron naturalmente). Este encauzamiento no responde a lo que miles de años de erosión han realizado y prevenido, por tanto aunque se diseñe para soportar un caudal de dos veces el caudal medio, o tres o diez, es posible que por motivos meteorológicos extraordinarios, debiera soportar veinte veces ese caudal.
Bien, ya tenemos una ciudad cercana a un cauce de agua por ejemplo, en su llamada llanura de inundación, o en la vega del mismo. Y la condición meteorológica adversa que se produce una vez cada diez años o cien…
¿En qué punto empieza a acumularse el agua en las calles? Muy sencillo, cuando el agua que entra a la alcantarilla es menor que la que cae al suelo en su “cuenca”. Y esto es obvio, ¿verdad? Si, pero el punto en que este se produce no es si no cuando se reduce brutalmente su capacidad de absorción de agua. En el momento en que los conductos se van llenando llega un punto en el que la circulación de agua se colapsa por la imposibilidad de circulación de aire a cambio del agua. Y se produce lo que a mi me gusta llamar “efecto pajita”, es decir, si una pajita medio-sumergida en un vaso de agua le tapas el orificio superior, puedes sacar la pajita que no perderá el agua, o al menos no lo hará instantáneamente.
Esto es lo que se produce en la red de alcantarillado, se llenan tanto que “ahogan” las tuberías e incluso las bocas de alcantarilla, entonces la circulación se reduce drásticamente y se acumula el agua en superficie.
¿La solución? Muy simple, construir donde se debe, y no en zonas inundables, con alta frecuencia de terremotos, ambientalmente frágiles…
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